El neuromarketing, aparece como una rama de la economía experimental en la que estudios neurológicos, psicológicos y sociológicos se aplican a las técnicas de mercadotecnia de manera que podamos perfeccionar conociendo en mayor profundidad como funciona nuestro cerebro y que partes de él se activan ante determinados estímulos.

La utilidad de estos estudios en la optimización de las técnicas de marketing es evidente. Conocer los deseos de los consumidores y así poder ofrecerles “el producto/servicio perfecto”.

Por ello, es necesario comenzar a escuchar los resultados de este tipo de estudios que pueden impulsar mucho nuestras estrategias comerciales de forma realmente efectiva.

Estrategia de neuromarketing

El neuromarketing nos acerca a esa realidad de los consumidores en la que no cabe la mentira ni el engaño: sus respuestas neurológicas.

A través de estas se miden las emociones, la capacidad de atención o la memoria ante diferentes estímulos que pueden ser consciente o inconscientemente percibidos.

Puede que sea en el online donde más se comprueba la eficiencia de estas aplicaciones.

Y es que, a nivel online un usuario decide en apenas 3 segundos si sigue o no en una página y en menos de 4 si es publicidad útil o no.

Por ello, en estos pocos segundos tenemos que conseguir atención, clic y conversión, o al menos lo primero.

Teniendo en cuenta las partes del cerebro y sus funciones, podemos distribuir los estímulos en aquellos que queramos que apelen al nivel racional, al emocional, o al instintivo.

Estas tres partes las ajustamos a lo que nos incumbe, la evaluación analítica de la decisión, los valores y emociones que despertemos en el usuario respecto a nuestra marca y que controlan o no el impulso de compra.

Dentro del marketing online, el neuromarketing se exprime tanto en las decisiones de SEO y SEM como en las redes sociales.

Especialmente a través de estas últimas podemos apelar estratégicamente a las tres partes del cerebro que interesan a nuestra marca.

Y es que en las redes sociales podemos conseguir vínculos e interacción con los usuarios de manera que podemos conseguir una cercanía que se vincule a emoción positiva que se hará potencialmente efectiva conforme se refuerce positivamente.

Este primer paso es FUNDAMENTAL, pues mediante las emociones podemos neutralizar de cierta forma los procesos de raciocinio.

Osea, que si ocultamos información objetiva en un mensaje gracioso o emocionante su impacto en el cerebro del usuario será mayor.

Si conseguimos sorprender y mejorar las expectativas de la audiencia, pillarle de improviso en medio de su rutinario y a veces aburrido barrido visual cibernético dejará en nuestro querido y potencial cliente un recuerdo positivo que perdurará por un periodo de tiempo mayor.

Por último, podemos corroborar científicamente que nuestro cerebro excluye todo aquello que no le reporta beneficio alguno.

De esta manera, todo aquello que le reporte, en términos incrementales, algo de valor, sea cual sea, perdurará en su cerebro de forma positiva, pudiendo ser determinante no solo en la asociación a nuestra marca sino en la manera en la que estimulamos sus pensamientos para no retener su impulso a la conversión.

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